¿Día de fortuna? No para las aves



Lleva tres días mi casa sumida bajo la nieve y los carámbanos. Veo tras mi ventana un precioso paisaje nevado, un paisaje muy navideño. Salir me ha resultado bastante incómodo sobre todo por las placas de hielo y, alguno de los días, por la acumulación de nieve, pero dentro de casa se está muy a gusto. Tengo una buena despensa, calefacción y una buena conexión de Internet que me permite trabajar sin tener que salir de casa. Sin embargo, nuestra fauna no debe ver estos días con unos ojos tan risueños. Nuestras aves tienen que luchar contra la hipotermia y trabajar mucho para encontrar comida en nuestros paisajes nevados, y las que no encuentran comida, viajar a otros lugares en busca de mejores condiciones. De hecho, en estos días se han dado llegadas masivas a España de aves exhaustas del centro de Europa dónde tienen peores condiciones meteorológicas que las nuestras.

Desde luego es una oportunidad para los ornitólogos para observar aves que normalmente no están en nuestra región, pero los observadores de aves no son los únicos que aprovechan estas circunstancias. Esta situación de alto número de piezas de caza, en baja condición física y con poco lugar para refugiarse es lo que los cazadores llaman “días de fortuna”. Evidentemente, este tipo de caza es poco sostenible, por lo que en la mayoría de comunidades autónomas esta prohibida. La cuestión es que es la administración la que debe determinar qué días y en que zonas se consideran como “días de fortuna”.

En estas circunstancias, SEO/BirdLife y el Club de Cazadores de Becada solicitaron, por ejemplo, al Gobierno de Cantabria que estableciese una moratoria de caza, solicitud que fue aceptada. Y que yo sepa, al menos en Navarra, Guipúzcoa y Vizcaya también se declararon algunos días de moratoria en la caza por esta circunstancia. Aún así, en la prensa aparecen furtivos detenidos por la policía foral Navarra y en los foros de caza cazadores quejándose por estas moratorias.

Bien es cierto que cada vez es más grande el colectivo de cazadores que denuncian este tipo de prácticas y que abogan por que se prohíba la caza, o incluso no cazar de forma voluntaria en estos días mal llamados de “fortuna”. Habrá que buscar fórmulas en la que las asociaciones conservacionistas y las de cazadores consigamos limitar este tipo de prácticas y proscribir a los malos cazadores.

Si pueden aprovechen para ver aves invernantes, intenten no molestarlas y, si tienen medios para hacerlo, pónganles algo de comida (no hay nada tan gratificante como ver al mirlo del barrio o a los carboneros comer en un comedero).


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