Un millón de razones para estar sorprendidos



En una entrada de mi blog Pluma y Conservación explicaba que las administraciones españolas están autorizando la captura de 500.000 aves silvestres para enjaularlas, pero que la realidad es que se capturan más de un millón (sigue este enlace para leerla). Las Comunidades Autónomas están concediendo estas autorizaciones para capturar básicamente fringílidos (jilgueros, verderones, verdecillos y pardillos), pese a que el Tribunal de Luxemburgo ha repetido hasta en dos ocasiones que no se puede autorizar esta práctica.

Pues bien, el Ministerio de Medio Ambiente acaba de convocar el Consejo Estatal para el Patrimonio Natural y la Biodiversidad, y en el programa aparece que se nos informará sobre las “Directrices técnicas para regular la captura de fringílidos en el medio natural”.

¿Directrices? ¡Si se trata de una práctica que debiera estar prohibida! Y el Ministerio de Medio Ambiente lo sabe, ya que encargó a SEO/BirdLife un informe en el que quedaba perfectamente claro que no era posible autorizar la captura de aves silvestres para enjaular (sigue este enlace para leerlo). Además, la propia Secretaría General Técnica del Ministerio emitió un informe en términos parecidos al informe de SEO/BirdLife.

La cuestión es que la Directiva de Aves no permite la captura de ningún ave silvestre, salvo las que se consideran cinegéticas. Cualquier otra especie requiere acudir a un régimen de excepciones que exige que se cumplan tres condiciones, de las cuales la primera es que no hubiere otra solución satisfactoria. Sin embargo, el Tribunal de Luxemburgo ha condenado ya dos veces a Bélgica al considerar que si existe una alternativa a la captura de fringílidos: su cría en cautividad. De hecho, en otros países de Europa también se tienen aves en jaula, y son todas criadas en cautividad.

Entonces ¿a qué estamos jugando? ¿No pararán hasta que condenen también a España? La única directriz que debería salir del Ministerio hacia las Comunidades Autónomas es la de cumplir con la ley. Y tiene que quedar claro que el problema no son los aficionados a las aves canoras, pues estos simplemente deberán tener en sus casas aves de criaderos, y disfrutar de las aves silvestres en el campo. Y si las administraciones quieren colaborar con estos colectivos, lo que tendrán que hacer es ayudarles a criar las aves, y no dar autorizaciones claramente ilegales.

Desde aquí reivindico el campo, y no las jaulas, para las aves silvestres, y ya de paso, felicito a la Generalitat de Cataluña por ser la primera comunidad autónoma que cumple con la Directiva, y que ha suspendido las autorizaciones para capturar fringílidos.


Nota del autor: Esta entrada fue publicada en el blog "Pluma y Conservación" de Público el 13/5/2011

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